Un blog que promueve el placer de la lectura en honor a los escritores de mi querido Jaén, a su vez nos enseña una poco más de esta preciosa ciudad.

martes, 19 de julio de 2016

Importancia de la lectura...

La lectura es la llave prodigiosa de la información, de la cultura, del mundo de la ficción, de la fantasía. Conseguirla no es tan sencillo: está al alcance de todos los niños, pero con condiciones. La importancia de la lectura en los niños se basa en sus beneficios a la hora de estudiar y adquirir conocimientos. La colaboración de los padres es necesaria para impulsar el proceso de aprendizaje.


Hay una labor familiar de preparación extremadamente importante antes de que los niños aprendan a leer, y de seguimiento, después. Aunque resulte increíble, se recomienda poner a los niños en contacto con la lectura a partir de un año aproximadamente. Hablamos de cuentos con grandes imágenes y poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida del lector. Merece la pena perder el tiempo con los niños leyéndoles y contándoles historias porque los efectos pueden ser muy positivos. A corto plazo la lectura permite:

1.    Enriquecer la relación adulto-niño


En esta relación mágica, niño-adulto-libro, el padre, la madre son los encargados de maravillar a su hijo con el libro y de descubrirle el mundo sorprendente que guarda. Estos momentos de lectura son muy gratificantes, porque están, además, envueltos en afectividad.

2.    Familiarizar al niño con los textos

- Acostumbrándole al objeto: al niño le gusta imitar a sus padres.

- Mostrándole que los pequeños signos negros tienen un significado.

- Haciéndole experimentar la permanencia de la palabra escrita. Cuando llegue al colegio, la lectura le parecerá una actividad necesaria e interesante.


3.    Ampliar y organizar el universo del niño

Tanto las imágenes como los textos le ayudarán a:
- Conocer el mundo.
- Conocerse a sí mismo.
- Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.

4.     Desarrollar las capacidades mentales del niño

- Memoria. El niño podrá contar el cuento que le ha leído, siguiendo las imágenes.

- Lenguaje
. A través de la lectura oída, el pequeño ampliará su vocabulario y aprenderá frases cada vez más complicadas.

- Capacidad de abstracción. El niño establece la relación entre los objetos que ha visto en la realidad y la representación de los mismos en las ilustraciones. Pasa, en consecuencia, a un nivel de abstracción.

- Imaginación. A partir de la imagen y del texto, el niño comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.


Ideas que ayudan a motivar a los niños a leer

- Un niño de siete años no digiere cualquier libro. Si no comprende lo que lee, no desarrollará una auténtica actividad de lector.

- El lector principiante necesita un texto a la medida de sus capacidades, adaptado a su sensibilidad, que tenga en cuenta su lenta progresión.

- La lectura-placer es un magnífico entrenamiento para entender y apreciar los libros de texto. Y los libros de texto sugieren aficiones y otras lecturas.

- Hay que dejar al niño elegir las lecturas. Si no termina un cuento, tal vez no sea por pereza o inconstancia, sencillamente se ha equivocado en la elección. Tendrá muchas oportunidades en su vida escolar y familiar para encontrar temas interesantes.

- Para acompañar a un lector que empieza, es preciso conocer sus gustos. Animales, brujas, la prehistoria... La propuesta debe ser amplia y variada. Si un niño está fascinado por un tema, decidirá voluntariamente detenerse en comprender el texto, ayudado por las imágenes.

- Al principio conviene seguir leyéndole los textos, porque su lectura es dificultosa y lenta y puede acabar cortando la comunicación.

- No se debe confundir la lectura escolar, que es un ejercicio de progresión, y la lectura-placer. En la lectura-placer se puede equivocar, interpretar mal el sentido. No importa. Él solo se corregirá.
- La cita periódica y puntual con la lectura-placer es muy positiva.
- Libros, revistas, cómics. La calidad es lo importante.

             Empezar a leer desde niño

Los especialistas en lectura están de acuerdo en que leer es un hábito, un placer, que difícilmente se adquiere en la edad adulta. Y que la afición a la lectura tiene muchas posibilidades de consolidarse cuando se ha despertado en la niñez. A veces escuchamos a los padres lamentarse: a mi hijo no le gusta leer. Y lo dicen con cierta inquietud.

En realidad, hay muchas personas a las que no les gusta leer. Es una cuestión de temperamento, de intereses, de medio Leer es una actividad contemplativa que necesita concentración, silencio, aislamiento, inmovilidad, exclusividad. Pero, a pesar de las excepciones, la afición a la lectura depende también de cómo se haya abordado la cuestión cuando los niños ya leen.

Muchas veces se ha considerado que un niño sabe leer porque pronuncia una frase escrita. A los seis o siete años aproximadamente, comienza a utilizar un código, pero le hará falta tiempo para saber utilizarlo realmente. Porque saber leer es apropiarse del texto: elegir la lectura, leer rápidamente, ser capaz de servirse del texto para algo, hablar del mensaje, completarlo y ampliarlo con otras lecturas.

              La recompensa del placer de leer

                    Leer demanda un esfuerzo y es preciso recibir una recompensa. Hay muchas formas de entrar en la lectura.                            Se lee para:
             - Instruirse y aprender.
             - Crecer.
             - Pasar un buen rato.
            - Pensar y reflexionar.
            - Viajar.
           - Conocer otras formas de pensar.
           - Afirmar la personalidad.
           - Relajar tensiones.
           -  Informarse.



Isabel García Olasolo. Periodista y Directora Editorial de Bayard.


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Mi historia personal de lectura


Desde pequeño me apasionaba explorar el mundo, me apasionaba ir mas allá de los límites que me habían impuesto; pero ser un niño era mi gran obstáculo, empecé por conocer cada milímetro de mi jardín del terreno colindante a mi casa aun vacío hasta hoy. En donde cada tarde me concentraba para descubrir algún nuevo hormiguero, una nueva crisálida, un enjambre colonizando una de las tantas ramas de ese precioso árbol de mango; el florecimiento de las nuevas flores. Todo esto me cautivaba me maravillaba, me impulsaba a salir al día siguiente para ver si algo nuevo se me revelaba.

Seguí así por un par de meses más, hasta que descubrí que es lo que hacia mi familia los fines de semana sentados a la luz del fogón de la cocina. Narraban con detalle historias de seres terroríficos y mitológicos. Yo me preguntaba cómo es que sabían tanto, quien les había contado esas historias. Allí sentado al lado de mi mamá descubrí el amor por fabuloso, enigmático, mitológico y poco real. Seré sincero, no me gusta la realidad, pero si no me ubico en mis cabales, me tacharían de loco.  

Ya con cinco años y cursando el último año en el nivel inicial. Ya comencé a leer y escribir de forma más fluida y precisa. Recuerdo que hacía que mi abuelo me contase una y otra vez las aventuras de “Juan Osito” (Narraba la historia de un hibrido de padre oso y madre humana que vivió peripecias cuando su papá los tenia cautivos en una cueva junto a su mamá, para luego huir y en la ciudad ser burla de los chicos de la escuela); para ser sincero hasta el día de hoy no sé si serán cuentos u otra especie narrativa,  decidí no investigar más a pesar de sentir en muchas ocasiones como la trama iba acomodándose a mi preferencia, para así disfrutarla con la ilusión de un niño, que lo único que quiere es conocer a cada uno de los personajes en persona y divertirse con ellos.  De esta manera no dañe ese bonito recuerdo. Nunca llegue al final de la historia, no recuerdo ni porque, lo único que hacía era tratar de anotar lo más rápido que podía, ya que de lo contrario tendría que esperar hasta la próxima semana y nuevamente pedirle que comenzase de nuevo para poder anotar con más detalle.
Sin más remedio a mis ansias de explorador, me refugie en los dulces brazos de la literatura y la lectura apasionada por lo cautivante y maravilloso.

La lectura fue la única que me hacía viajar a lugares que hasta hoy no he ido, con mucha más rapidez que cualquier otro medio de transporte en el mundo. Con un libro me encontraba un mundo sin igual y con otro inmerso en un castillo con caballeros y reyes.

Pero aun con todos esos viajes sentía efímeros los momentos que pasaba en ellos. Ya que no acaparaba toda la fascinación que sentía al estar dentro de cada historia leída. Al tener ya, alcance a una nueva variedad de autores y conocimiento, me hizo llegar a uno de los temas más cautivadores, enigmáticos y fantásticos que pensé no existían.

Antes ya me había cruzado con la mitología nórdica o la de mi natal Perú; pero no como la mitología griega, que es tan extensa, completa y antigua. Era lo más sublime que la imaginación humana pudiese crear. Aunque todavía lo que más leía eran adaptaciones para niños, ya que tenía nueve años. A cada paso dentro de este nuevo universo me entusiasmaba con cada historia, leyenda o mito
Después de esto empezó la etapa más oscura de mi vida como lector; leí en estos años solo por obligación. Eran pocos los momentos en los que me apasionaba por la lectura, en los que sentía que nuevamente viajaba entre mundos paralelos al nuestro. Aquí encontré un refugio entre tanta, para mí, lectura innecesaria y no muy productiva.

Las ciencias naturales se convirtieron en un escape, un rincón para descubrir en los libros las maravillas de nuestra naturaleza y ocasiones los misterios del universo.

Esos fueron mis gustos por la literatura. Recomiendo, leer literatura clásica, ensayos literarios o científicos, adaptaciones si es que no se comprende la lectura en su totalidad, indagar para analizar a fondo el texto y sobre todo leer con pasión, interesarse en cada palabra de la obra que estemos leyendo.

Y tengan presente esto:

“RECORDAR ES VOLVER A VIVIR, PERO RECORDAR HISTORIAS LEÍDAS ES COMPRENDER MENTES POSEÍDAS”


Además la lectura fascina pero no si te obligan.



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