La lectura es la llave prodigiosa de la información, de
la cultura, del mundo de la ficción, de la fantasía. Conseguirla no es tan
sencillo: está al alcance de todos los niños, pero con condiciones. La importancia de la lectura en los niños se basa en sus
beneficios a la hora de estudiar y adquirir conocimientos. La colaboración de
los padres es necesaria para impulsar el proceso de aprendizaje.
Hay una labor familiar de preparación
extremadamente importante antes de que los niños aprendan a leer, y de
seguimiento, después. Aunque resulte increíble, se recomienda poner a los niños
en contacto con la lectura a partir de un año aproximadamente. Hablamos de cuentos con grandes imágenes y
poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida del lector. Merece
la pena perder el tiempo con los niños leyéndoles y contándoles historias
porque los efectos pueden ser muy positivos. A corto plazo la lectura permite:
1.
Enriquecer la relación adulto-niño
En
esta relación mágica, niño-adulto-libro, el padre, la madre son los encargados
de maravillar a su hijo con el libro y de descubrirle el mundo sorprendente que
guarda. Estos momentos de lectura son muy gratificantes, porque están, además,
envueltos en afectividad.
2.
Familiarizar al niño con los textos
- Acostumbrándole al objeto: al niño le gusta
imitar a sus padres.
- Mostrándole que los pequeños signos negros tienen un significado.
- Haciéndole experimentar la permanencia de la palabra escrita. Cuando llegue al colegio, la lectura le parecerá una actividad necesaria e interesante.
3.
Ampliar y organizar el universo del niño
Tanto
las imágenes como los textos le ayudarán a:
- Conocer el mundo.
- Conocerse a sí mismo.
- Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.
- Conocerse a sí mismo.
- Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.
4.
Desarrollar las capacidades
mentales del niño
- Memoria. El
niño podrá contar el cuento que le ha leído, siguiendo las imágenes.
- Lenguaje. A través de la lectura oída, el pequeño ampliará su vocabulario y aprenderá frases cada vez más complicadas.
- Capacidad de abstracción. El niño establece la relación entre los objetos que ha visto en la realidad y la representación de los mismos en las ilustraciones. Pasa, en consecuencia, a un nivel de abstracción.
- Imaginación. A partir de la imagen y del texto, el niño comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.
Ideas que ayudan a motivar
a los niños a leer
- Un niño de siete años no digiere cualquier libro.
Si no comprende lo que lee, no desarrollará una auténtica actividad de lector.
-
El lector principiante necesita un texto a la medida de sus capacidades,
adaptado a su sensibilidad, que tenga en cuenta su lenta progresión.
-
La lectura-placer es un magnífico entrenamiento para entender y apreciar los libros
de texto. Y los libros de texto sugieren aficiones y otras lecturas.
-
Hay que dejar al niño elegir las lecturas. Si no termina un cuento, tal vez no
sea por pereza o inconstancia, sencillamente se ha equivocado en la elección.
Tendrá muchas oportunidades en su vida escolar y familiar para encontrar temas
interesantes.
-
Para acompañar a un lector que empieza, es preciso conocer sus gustos.
Animales, brujas, la prehistoria... La propuesta debe ser amplia y variada. Si
un niño está fascinado por un tema, decidirá voluntariamente detenerse en
comprender el texto, ayudado por las imágenes.
- Al principio conviene seguir leyéndole los textos, porque su lectura es dificultosa
y lenta y puede acabar cortando la comunicación.
-
No se debe confundir la lectura escolar, que es un ejercicio de progresión, y
la lectura-placer. En la lectura-placer se puede equivocar, interpretar mal el
sentido. No importa. Él solo se corregirá.
-
La cita periódica y puntual con la lectura-placer es muy positiva.
-
Libros, revistas, cómics. La calidad es lo importante.
Empezar a leer desde niño
Los
especialistas en lectura están de acuerdo en que leer es un hábito, un placer, que difícilmente se adquiere en
la edad adulta. Y que la afición a la lectura tiene muchas posibilidades de
consolidarse cuando se ha despertado en la niñez. A veces escuchamos a los
padres lamentarse: a mi hijo no le gusta leer. Y lo dicen con cierta inquietud.
En
realidad, hay muchas personas a las que no les gusta leer. Es una cuestión de
temperamento, de intereses, de medio Leer es una actividad contemplativa que
necesita concentración, silencio, aislamiento, inmovilidad, exclusividad. Pero,
a pesar de las excepciones, la afición a la lectura depende también de cómo se
haya abordado la cuestión cuando los niños ya leen.
Muchas
veces se ha considerado que un niño sabe leer porque pronuncia una frase
escrita. A los seis o siete años aproximadamente, comienza a utilizar un
código, pero le hará falta tiempo para saber utilizarlo realmente. Porque saber
leer es apropiarse del texto: elegir la lectura, leer rápidamente, ser capaz de
servirse del texto para algo, hablar del mensaje, completarlo y ampliarlo con
otras lecturas.
La recompensa del
placer de leer
Leer demanda un esfuerzo y es preciso recibir una
recompensa. Hay muchas formas de entrar en la lectura. Se lee para:
- Instruirse y aprender.
- Crecer.
- Pasar un buen rato.
- Pensar y reflexionar.
- Viajar.
- Conocer otras formas de pensar.
- Afirmar la personalidad.
- Relajar tensiones.
- Informarse.
Isabel García Olasolo. Periodista y
Directora Editorial de Bayard.
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