Desde pequeño me apasionaba explorar el mundo, me apasionaba
ir mas allá de los límites que me habían impuesto; pero ser un niño era mi gran
obstáculo, empecé por conocer cada milímetro de mi jardín del terreno
colindante a mi casa aun vacío hasta hoy. En donde cada tarde me concentraba
para descubrir algún nuevo hormiguero, una nueva crisálida, un enjambre
colonizando una de las tantas ramas de ese precioso árbol de mango; el
florecimiento de las nuevas flores. Todo esto me cautivaba me maravillaba, me
impulsaba a salir al día siguiente para ver si algo nuevo se me revelaba.
Seguí así por un par de meses más, hasta que descubrí que es
lo que hacia mi familia los fines de semana sentados a la luz del fogón de la
cocina. Narraban con detalle historias de seres terroríficos y mitológicos. Yo
me preguntaba cómo es que sabían tanto, quien les había contado esas historias.
Allí sentado al lado de mi mamá descubrí el amor por fabuloso, enigmático,
mitológico y poco real. Seré sincero, no me gusta la realidad, pero si no me
ubico en mis cabales, me tacharían de loco.
Ya con cinco años y cursando el último año en el nivel
inicial. Ya comencé a leer y escribir de forma más fluida y precisa. Recuerdo
que hacía que mi abuelo me contase una y otra vez las aventuras de “Juan Osito”
(Narraba la historia de un hibrido de padre oso y madre humana que vivió
peripecias cuando su papá los tenia cautivos en una cueva junto a su mamá, para
luego huir y en la ciudad ser burla de los chicos de la escuela); para ser sincero
hasta el día de hoy no sé si serán cuentos u otra especie narrativa, decidí no investigar más a pesar de sentir en
muchas ocasiones como la trama iba acomodándose a mi preferencia, para así
disfrutarla con la ilusión de un niño, que lo único que quiere es conocer a
cada uno de los personajes en persona y divertirse con ellos. De esta manera no dañe ese bonito recuerdo. Nunca
llegue al final de la historia, no recuerdo ni porque, lo único que hacía era
tratar de anotar lo más rápido que podía, ya que de lo contrario tendría que
esperar hasta la próxima semana y nuevamente pedirle que comenzase de nuevo
para poder anotar con más detalle.
Sin más remedio a mis ansias de explorador, me refugie en
los dulces brazos de la literatura y la lectura apasionada por lo cautivante y
maravilloso.
La lectura fue la única que me hacía viajar a lugares que
hasta hoy no he ido, con mucha más rapidez que cualquier otro medio de
transporte en el mundo. Con un libro me encontraba un mundo sin igual y con
otro inmerso en un castillo con caballeros y reyes.
Pero aun con todos esos viajes sentía efímeros los momentos
que pasaba en ellos. Ya que no acaparaba toda la fascinación que sentía al
estar dentro de cada historia leída. Al tener ya, alcance a una nueva variedad
de autores y conocimiento, me hizo llegar a uno de los temas más cautivadores,
enigmáticos y fantásticos que pensé no existían.
Antes ya me había cruzado con la mitología nórdica o la de
mi natal Perú; pero no como la mitología griega, que es tan extensa, completa y
antigua. Era lo más sublime que la imaginación humana pudiese crear. Aunque
todavía lo que más leía eran adaptaciones para niños, ya que tenía nueve años. A
cada paso dentro de este nuevo universo me entusiasmaba con cada historia,
leyenda o mito
Después de esto empezó la etapa más oscura de mi vida como
lector; leí en estos años solo por obligación. Eran pocos los momentos en los que
me apasionaba por la lectura, en los que sentía que nuevamente viajaba entre
mundos paralelos al nuestro. Aquí encontré un refugio entre tanta, para mí,
lectura innecesaria y no muy productiva.
Las ciencias naturales se convirtieron en un escape, un rincón
para descubrir en los libros las maravillas de nuestra naturaleza y ocasiones
los misterios del universo.
Esos fueron mis gustos por la literatura. Recomiendo, leer
literatura clásica, ensayos literarios o científicos, adaptaciones si es que no
se comprende la lectura en su totalidad, indagar para analizar a fondo el texto
y sobre todo leer con pasión, interesarse en cada palabra de la obra que
estemos leyendo.
Y tengan presente esto:
“RECORDAR ES VOLVER A VIVIR, PERO RECORDAR HISTORIAS LEÍDAS ES COMPRENDER MENTES POSEÍDAS”
Además la lectura fascina pero no si te obligan.
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